El tratado, que se propuso por primera vez durante la pandemia de COVID-19, pretende mejorar la preparación y la colaboración en futuras crisis sanitarias.
Países de todo el mundo han acordado un tratado sobre pandemias que podría aprobarse formalmente el mes próximo, creando un nuevo reglamento para futuras crisis sanitarias mundiales.
El acuerdo se produce cinco años después de que la pandemia de COVID-19 sacudiera el mundo, que acabó con la vida de más de siete millones de personas y poniendo de manifiesto la enorme brecha existente entre el norte y el sur en cuanto al a tratamientos médicos y vacunas.
Una vez adoptado, el tratado será jurídicamente vinculante. Exigirá a los países que aumenten la vigilancia de las amenazas de pandemia, que compartan diagnósticos, vacunas y medicamentos con mayor rapidez, que hagan más para evitar que los virus pasen de los animales a las personas, que refuercen sus sistemas nacionales de salud y mucho más.
"No hemos alcanzado todos nuestros objetivos en la negociación, pero creemos que el nuevo acuerdo, si se aplica eficazmente, hará que el mundo sea más resistente y esté mejor equipado para hacer frente a los retos de seguridad sanitaria mundial del futuro", declaró un negociador en representación de la Unión Europea (UE) en la sesión de clausura de la reunión.
El acuerdo es la culminación de unas conversaciones que se propusieron por primera vez en 2020. En un principio, los negociadores se dieron de plazo hasta mayo de 2024 para finalizar el tratado, pero después amplió el plazoa mayo de 2025.
Negociadores, grupos de la sociedad civil y expertos en salud mundial afirman que, aunque el acuerdo se ha ido diluyendo con el tiempo, representa una victoria histórica para la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un momento en que el organismo sanitario mundial se ha visto sumido en el caos.
"Es evidente que la pandemia de COVID dejó al descubierto muchas lagunas, y el tratado no las aborda todas", declaró a Euronews Health Suerie Moon, codirectora del Centro de Salud Mundial del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra. Pero "creo que todos los países están mejor gracias a este tratado", añadió.
El último punto conflictivo fue la cláusula de transferencia de tecnología que regula los derechos de propiedad intelectual y otras herramientas para producir medicamentos y vacunas. Los países de renta baja querían normas estrictas que les permitieran fabricar estos productos localmente, pero los países más ricos, incluidos los de la UE, dijeron que cualquier transferencia de tecnología debía ser voluntaria y "de mutuo acuerdo".
El representante de Alemania insistió en este punto en la sesión de clausura de las negociaciones. "También hemos defendido firmemente que la transferencia de tecnología sea voluntaria para los titulares de la tecnología, y así es como entendemos las disposiciones actuales del texto", dijo el representante. Otra cuestión que tampoco se ha resuelto del todo es la creación de un nuevo sistema de a patógenos y reparto de beneficios (PABS), en el que los países compartirían muestras de patógenos con los fabricantes de medicamentos a cambio del a vacunas y medicinas.
Los negociadores han acordado crear un sistema PABS, pero no han concretado cómo establecerlo. Tienen previsto seguir debatiendo la cuestión en los próximos meses, e incluirán cualquier decisión como anexo al tratado. "Esto ayudaría a las regiones más pobres, como África, a ser más autosuficientes en caso de pandemia, sin tener que esperar a donaciones caritativas", declaró a 'Euronews Health' Lawrence Gostin, director del Centro Colaborador de la OMS sobre Derecho Sanitario Mundial de la Universidad estadounidense de Georgetown.
Más de 190 países participaron en las conversaciones, facilitadas por un órgano intergubernamental de negociación (INB) organizado por la OMS. Pero durante las negociaciones finales hubo un elefante en la habitación: Donald Trump, dado que Estados Unidos se retiró de las conversaciones en enero como parte de su movimiento para extraditarse de la OMS.
La falta de participación estadounidense podría socavar algunos de los puntos clave del acuerdo
Por ejemplo, el acuerdo establece que los "fabricantes participantes" deben reservar el 10% de las vacunas, medicamentos y diagnósticos relacionados con la pandemia que produzcan para que la OMS los distribuya durante las emergencias. También dice que deben tratar de donar otro 10%. Pero no está claro exactamente quién contará como "fabricante participante", y si no se incluye a las empresas farmacéuticas con sede en EE.UU., podría dejar un gran vacío en las reservas de la organización.
"Todavía no sabemos exactamente cuáles son las implicaciones", dijo Moon. Los países votarán formalmente si adoptan el tratado el mes que viene en la Asamblea Mundial de la Salud de Ginebra. Sería el segundo tratado de la OMS que se aprueba desde la creación del grupo en 1948; el primero fue un tratado de control del tabaco en 2003.
Es probable que el acuerdo determine la respuesta mundial a la próxima crisis sanitaria, ya que los expertos afirman que las pandemias futuras no son una cuestión de "sí", sino de "cuándo". "Los tratados son muy difíciles de cambiar", afirmó Moon. "Creo que, al menos durante una generación, lo que tenemos es lo que vamos a tener".