Más que nunca, Irán necesita reconstruir su imagen y su identidad, una identidad que ha sido injustamente sacrificada en aras de las ambiciones de unos pocos elegidos, escribe Babak Kamiar.
PUBLICIDADEste lunes se cumplen dos años de la muerte de Mahsa Jina Amini, la joven que murió tras ser detenida por la Policía iraní, un suceso que desencadenó disturbios generalizados en todo el país durante semanas y meses.
Las protestas comenzaron el mismo día del funeral en su ciudad natal, Saqqez, situada en la región kurda de Irán, y se extendieron rápidamente a otras ciudades. Pero no sólo hubo disturbios en Teherán y las grandes ciudades. Los pueblos más pequeños, normalmente más conservadores y cerrados, también estallaron.
Día tras día, el número de manifestantes -principalmente de la Generación Z- crecía. El ritmo de los acontecimientos fue tan rápido que pocos podrían haberlo previsto. Algunos llegaron incluso a predecir la inminente caída del régimen. Los grupos de la oposición, liderados por destacadas figuras políticas y celebridades, formaron una coalición y se unieron para concebir un plan para gobernar el futuro de Irán.
Las marchas de solidaridad y las protestas callejeras en apoyo de las mujeres y niñas iraníes cobraron impulso, obligando al Gobierno a retractarse, al menos temporalmente, de la aplicación de ciertas normas. Mientras tanto, las reivindicaciones de los jóvenes se hicieron más serias y concretas.
Sin embargo, al cabo de varios meses, el movimiento -que carecía de unidad real entre las fuerzas de la oposición y de un apoyo sustancial sobre el terreno por parte de potencias extranjeras, en particular Estados Unidos- se desvaneció. El régimen recuperó gradualmente el control, lanzando oleadas de detenciones arbitrarias, expulsiones por motivos políticos y juicios amañados.
Una nueva ola de esperanza
A pesar de la presión internacional y de las condenas por violación de los derechos humanos, el régimen iraní ejecutó a decenas de manifestantes y dictó duras condenas contra muchos otros.
Meses después, el Parlamento ultraconservador iraní, en línea con el Gobierno de Ebrahim Raisi, votó a favor del proyecto de Ley sobre el Hiyab y la Castidad, que se enfrentó a una importante oposición desde el principio.
El apoyo militar de Irán al Kremlin en la guerra de Ucrania aisló aún más al Gobierno de Ebrahim Raisi, que acabó derrumbándose tras su muerte en lo que algunos afirman que fue un "accidente" orquestado.
Las negociaciones nucleares habían llegado a un punto muerto, las relaciones de Irán con Occidente, en particular con la UE, se deterioraron hasta alcanzar su peor punto en años, y los lazos con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) se tensaron.
En medio de una crisis económica cada vez más profunda y una inflación galopante que afectaba a la vida cotidiana de la mayoría de los iraníes, el país parecía abocado a nuevos disturbios. Sin embargo, la repentina muerte de Raisi y las posteriores elecciones presidenciales anticipadas despertaron un renovado sentimiento de esperanza en parte de la población.
La victoria del exministro de Sanidad reformista, y sobre todo su decisivo éxito sobre el acérrimo conservador Saeed Jalili en la segunda vuelta, trajo una nueva oleada de optimismo a la desilusionada juventud iraní.
Ahora, semanas después de que Massoud Pezeshkian haya asumido el cargo, y en vísperas del segundo aniversario de la muerte de Amini, muchos de sus partidarios esperan con impaciencia que cumpla sus promesas.
¿Podrá Pezeshkian cambiar las cosas?
La historia juzgará en última instancia a Pezeshkian, pero lo que importa ahora es el nivel de apoyo que recibe de las estructuras de poder paralelas de Irán. Muchos creen que su presidencia forma parte de una estrategia calculada para mantener el poder del régimen.
Sigue siendo incierto si Pezeshkian, considerado por algunos como una "válvula de seguridad" para el sistema, podrá sortear con éxito este camino y ganarse la confianza de los jóvenes y las mujeres.
La comunidad internacional y la población iraní observan con atención si la presidencia de Pezeshkian marcará un punto de inflexión o se limitará a continuar las pautas establecidas de la República Islámica.
Por último, la posición de Irán en la escena internacional mejorará, sin duda, no a través del belicismo y las alianzas con agresores, sino mediante la consolidación de la paz y la vuelta al paradigma del diálogo entre civilizaciones.
Más que nunca, Irán necesita reconstruir su imagen y su identidad, una identidad que ha sido injustamente sacrificada en aras de las ambiciones de unos pocos elegidos. Debemos observar cómo y en qué circunstancias se desarrollará la reanudación de un diálogo "digno y respetuoso", tal y como lo describe Abbas Araghchi.
Esto es especialmente crucial para Europa, donde las relaciones con Irán se han complicado cada vez más debido a la guerra de Ucrania, como señaló el ministro de Asuntos Exteriores iraní.
La cuestión clave es si la visita de Pezeshkian a Nueva York supondrá un nuevo gesto de amistad hacia los países interesados o simplemente se hará eco de las posturas de los dirigentes de la República Islámica en los últimos años. El mundo estará atento.
Convocada una huelga general
Mientras tanto, en vísperas del aniversario de la muerte de Amini, los principales partidos kurdos han convocado una huelga general. Las empresas de muchas ciudades kurdas han cerrado en apoyo de la protesta.
Esto se produce en medio de severas medidas de seguridad en las regiones kurdas de Irán, y algunos informes indican que se ha impedido a la familia de Amini salir de su casa. El comportamiento de los hombres en las familias ha cambiado, y las mujeres ya no son las subordinadas que antes se esperaba que fueran.
A pesar de la brutal represión y las diversas formas de presión gubernamental, desde multas y restricciones sociales hasta la presencia generalizada de agentes en las estaciones de metro, las jóvenes valientes siguen resistiéndose a la obligatoriedad del hiyab siempre que pueden.
El movimiento 'Woman Life Freedom' no ha muerto; ni siquiera se ha desvanecido. Al contrario, sigue su curso natural bajo una nueva forma.
Babak Kamiar es jefe del servicio persa de 'Euronews'.
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